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Smart cities

Segons Joan Majó, President del Cercle, les Smart Citites tenen un doble objectiu: la utilització de la intel·ligència i el coneixement per millorar el benestar de la societat i l'aprofitament de les potencialitats del treball en col·laboració en el si qualsevol grup humà. És per aquest motiu que en Joan Majó demana un esforç tècnic i, sobretot, polític.

Article publicat a Tecnonews 08/06/0211

Desde hace un tiempo está cogiendo empuje esta visión de la ciudad “inteligente”, y está aumentando mucho el esfuerzo de desarrollo conceptual y tecnológico, y también de marketing, en su entorno. Barcelona es sin duda, una vez más para nuestra satisfacción, una de las ciudades pioneras en Europa en su promoción.

El concepto de ciudad inteligente me parece acertado y creo que hace falta promoverlo, porque responde a las dos características fundamentales de la especie, que más nos han permitido avanzar a lo largo de los siglos: la utilización de la inteligencia y los conocimientos como herramienta de mejora de nuestro bienestar, y el aprovechamiento de las potencialidades del trabajo en colaboración en el seno de cualquier grupo humano.

Ahora bien, esta promoción pide una serie de precisiones para evitar la confusión y prevenir el mal uso del término “ciudad inteligente”. Me atrevo a decir que la mejor aproximación al concepto es la que empieza por el final, es decir, por dejar claros los objetivos que se persiguen. La ciudad más inteligente es aquella que es gestionada de forma más inteligente. La ciudad inteligente no es la que acumula más informaciones y más conocimiento, si no la que los sabe aprovechar mejor por aumentar el bienestar de sus ciudadanos.

Ahora bien, sin informaciones de calidad no hay conocimiento actualizado, y sin conocimiento suficiente no puede haber buena gestión. Por eso es por lo que una ciudad inteligente debe tener un sistema complejo de recogida de informaciones (sensores), debe tener unas redes que permitan circular e interaccionar todas estas informaciones (conectividad) y debe tener un sistema mixto (automático y humano) de toma de decisiones de actuación. Pero, por encima de todo debe tener unas estrategias bien definidas de prioridades ciudadanas para que las actuaciones se enfoquen hacia la optimización de los objetivos que se han determinado, objetivos que normalmente tendrán que maximizar la eficiencia, es decir la relación entre el grado de bienestar colectivo y los recursos empleados.

Dejadme llegar dónde quería llegar. El proceso hacia la ciudad inteligente pide un trabajo intenso y de mucha calidad por parte de muchos técnicos en la recogida, la transmisión y el tratamiento de la información, pide algunas inversiones importantes en equipamiento del espacio público, y pide un esfuerzo importante de desarrollo de protocolos, de plataformas y de estándares. Pero, sólo si, desde la esfera política, se entiende, se prioriza y se aprovecha este esfuerzo, la ciudad se convertirá en una ciudad inteligente. Y sólo si, desde la misma esfera, se marcan objetivos coincidentes con las aspiraciones ciudadanas y prioridades de gestión que las persigan, los ciudadanos percibirán los frutos de esta inteligencia.

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