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La lluita contra el càncer: la recerca com a garant d'un millor diagnòstic i tractament però, també, d'una millor prevenció | Dr. Josep Tabernero
Director del Instituto de Oncología del Vall d'Hebron (VHIO)
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- Data: 19/03/2025
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Conferencia pronunciada en el acto solemne de entrega de los Premios Amics del País celebrado en el Saló de Cent del Ajuntament de Barcelona
Muchísimas gracias,
En primer lugar, quiero dar el reconocimiento a la Ilma. Sra. Eugenia Gay, segunda teniente de Alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona; a las concejalas, concejales, autoridades y, por supuesto, al presidente de Amics del País, el Sr. Miquel Roca, y a todos los miembros de la Junta Directiva.
La Societat Econòmica Barcelonesa d'Amics del País es uno de los mejores ejemplos de cómo la sociedad civil organizada ha sido el motor de crecimiento de nuestra sociedad. Y esto ha sido especialmente importante en Catalunya y creo que debe ponerse en valor. Además, es extremadamente importante la larga trayectoria de esta entidad que, desde 1822, ha participado en diferentes acontecimientos que han tenido un gran impacto civil y cívico en nuestra sociedad, como fue la constitución de La Caixa de Pensions i de la Vellesa d'Estalvis. Por tanto, ya vemos el impulso que tuvo una sociedad como Amics del País en el momento de poner en marcha una iniciativa que ha sido reconocida, no sólo desde el punto de vista bancario y por su obra social vinculada a la Fundación “La Caixa” (la mayor fundación bancaria del mundo), sino también por haber contribuido a crear un modelo de pensiones en nuestro país.
En este sentido, para mí es un honor haber sido invitado a realizar una ponencia en el acto de entrega de los premios de la entidad. Y lo que quisiero hacer, a través de mi intervención, es un paralelismo entre la investigación que se ha hecho en el campo del cáncer, un tema de gran trascendencia en la sociedad, con las actividades que ustedes [estudiantes becados] pueden hacer en sus campos de investigación y trabajo con el objetivo de contribuir a hacer una sociedad mejor, que es la obligación que todos tenemos. Puesto que hemos tenido la oportunidad de llegar a donde hemos llegado, tenemos la obligación de devolver a la sociedad lo que nos ha ofrecido.
Nunca hemos estado tan bien desde el punto de vista de la supervivencia, tanto a nivel local como a nivel mundial. Podríamos estar mejor, ciertamente. Pero es un esfuerzo colectivo poder seguir avanzando. Durante mi intervención, les hablaré de cuatro cosas: en primer lugar, de la epidemia del cáncer y por qué debemos seguir trabajando para combatirla; en segundo lugar, de la importancia de la investigación para cambiar el paradigma en relación al cáncer (es cierto que en los últimos treinta y cinco años ha habido muchos cambios en este sentido y, en los próximos años, todavía habrá más gracias a la implementación de la medicina de precisión); en tercer lugar, hablaré de la prevención (creo que debemos dedicar más esfuerzos a la prevención del cáncer siempre que sea posible); y, finalmente, les daré cuatro datos sobre nuestra institución, el Instituto de Oncología del Vall d'Hebron (VHIO).
La epidemia del cáncer: uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres de nuestro entorno tendrá cáncer a lo largo de su vida y, afortunadamente, la mayoría se curará. Si comparamos estos datos con los datos del resto del mundo, nos damos cuenta de que son 'peores'. Sin embargo, este hecho se debe a que el cáncer, mayoritariamente –pero no exclusivamente–, está relacionado con el envejecimiento y, por tanto, al tener una esperanza de vida más elevada aquí que en otros lugares del mundo, la prevalencia del cáncer es más alta.
En 2024 se diagnosticaron alrededor de veinte millones de casos de cáncer en todo el mundo. La previsión para 2040 es que la cifra aumente hasta treinta millones. Además, la tendencia de futuro es que esta cifra no deje de incrementarse debido, básicamente, a un aumento de la esperanza de vida, pero también debido a los hábitos de vida no saludables, que van al alza. Sin embargo, la buena noticia es que a pesar de que la incidencia aumenta, la mortalidad por cáncer, sin lugar a dudas, disminuye desde hace muchos años. Cada vez lo diagnosticamos mejor y lo tratamos mejor. E, incluso, las cifras de mortalidad relacionada con esta enfermedad en nuestro entorno son más favorables que las del resto de países que se consideran desarrollados.
En cuanto a Catalunya, según los datos publicados por el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya, los tipos de cáncer con mayor incidencia entre las mujeres son los de mama, colorrectal, pulmón, útero y páncreas; y entre los hombres, los cánceres más frecuentes son el de próstata, colorrectal, pulmón, vejiga urinaria e hígado.
'Nunca hemos estado tan bien desde el punto de vista de la supervivencia, tanto a nivel local como a nivel mundial. Podríamos estar mejor, ciertamente. Pero es un esfuerzo colectivo poder seguir avanzando'
Antes les comentaba que los porcentajes de curación de la enfermedad han aumentado mucho. Actualmente, en Catalunya, el porcentaje de supervivencia en mujeres es del 64% y en varones es del 55%. Cuando yo empecé a dedicarme a la oncología, estas cifras eran prácticamente del 35%. Es decir, avanzamos mucho. Además, las expectativas de la Unión Europea para 2030 es que lleguemos a una tasa de supervivencia del 70%, aunque intuyo que será difícil que las cumplamos. Sin embargo, lo que sí puedo afirmar a ciencia cierta es que habrá un crecimiento muy rápido de las cifras de curación del cáncer. Por tanto, debemos dedicarnos y dedicar esfuerzos. Debemos estudiar los mecanismos del cáncer, sobre todo para diagnosticarlo y tratarlo mejor, pero, como decía antes, también para prevenirlo.
¿Por qué ocurre el cáncer? El cáncer se produce por una alteración de los genes que tenemos en las células debido a factores a los que nos exponemos a lo largo de la vida, que se pueden agrupar, resumidamente, en químicos, infecciosos y radiaciones, por un lado, y en hereditarios, por otro. Sólo aproximadamente el 10% de los casos de cáncer se producen por una predisposición hereditaria a padecer esta enfermedad. La gente a menudo confunde los conceptos genético y hereditario. Los cánceres hereditarios son como máximo un 10% del total y, en cambio, todos los cánceres son genéticos, porque se producen por alteraciones de los genes. Si vamos más al por menor, los factores externos que contribuyen de forma más significativa a esta enfermedad son el tabaco, la dieta, las infecciones, la obesidad, el alcohol, la contaminación externa y las radiaciones. Ahora veremos lo que podemos hacer.
Hasta ahora, hemos diagnosticado el cáncer a partir de la aparición de síntomas relacionados con la enfermedad: aparecen síntomas, realizamos pruebas, detectamos el cáncer y lo tratamos con cirugía o tratamientos médicos. Es decir, lo diagnosticamos y tratamos cuando la enfermedad ya es evidente. Pero el período desde que una célula normal se transforma en maligna hasta que se convierte en tumoral puede ser de muchos años. Por ejemplo, en el caso del cáncer de colon, este proceso puede tardar entre ocho y diez años.
¿Y el futuro qué nos depara? Estamos trabajando para avanzar el diagnóstico de la enfermedad incluso antes de que ésta aparezca. Actualmente, ya existen programas de screening que nos ayudan a diagnosticar el cáncer antes de que aparezca la sintomatología. Pero el futuro a medio plazo será aún más revolucionario, porque nos permitirá empezar a tratar la enfermedad antes de verla. Y esto será posible, por ejemplo, en el caso del cáncer de páncreas. Luego hablaré un poco más sobre ello. Además, a largo plazo, podremos identificar personas de riesgo, tanto por los hábitos de vida como por la carga genética hereditaria, diagnosticar esta predisposición y realizar un tratamiento de prevención. Esto ocurrirá. Actualmente, estamos desarrollando mucha investigación para avanzar cada vez más la intervención contra el cáncer. ¿Y cómo podremos hacerlo? Pues con conocimiento. En la vida, sólo se avanza con conocimiento. Y ahora os contaré cinco factores que son importantes para hacer avanzar el conocimiento de la enfermedad y, por tanto, poder tomar decisiones ante ésta.
En primer lugar, lo importante es entender la enfermedad. Me gusta mucho esta portada de la revista Newsweek de 2004 ['SOLVING CANCER. You can't cure what you don't understand']. No puedes solucionar lo que no conoces, es obvio. Para intentar encontrar soluciones al cáncer, es necesario conocer los factores que lo producen.
Pues bien, durante estos últimos años, ha aumentado mucho el conocimiento sobre la enfermedad, el conocimiento sobre los mecanismos a través de los cuales las células normales, en un momento determinado, comienzan a transformarse y convertirse en células malignas. Pero, además, solíamos pensar que el cáncer eran células malignas. Hoy en día, sabemos que el cáncer son células malignas que crecen con el tiempo y, además, sabemos que la respuesta que genera nuestro cuerpo contra estas células malignas también hace que los tumores crezcan, se diseminen y hagan metástasis. Sabemos que los factores como la inflamación, la falta de respuesta de nuestro sistema inmune contra las células malignas y el microbioma (las bacterias que tenemos dentro del cuerpo), etc. pueden promover la aparición de cáncer (y de otras muchas enfermedades). Y esto nos permite desarrollar tratamientos que tratan a las células malignas y, también, que modifican todos los condicionantes que el huésped (el organismo de la persona que tiene cáncer) genera y que hace crecer la enfermedad. Todo este conocimiento acumulado es el legado de muchos años de investigación.
'Estamos trabajando para avanzar el diagnóstico de la enfermedad, incluso, antes de que ésta aparezca. Actualmente, ya hay programas de screening que nos ayudan a diagnosticar el cáncer antes de que aparezca la sintomatología. Pero el futuro a medio plazo será aún más revolucionario porque nos permitirá empezar a tratar la enfermedad antes de verla'
Todo empezó con el descubrimiento del primer genoma humano, el Cromosoma Filadelfia, en los años sesenta del siglo pasado, después de que una sola persona dedicara doce años a estudiarlo. Esto impulsó la creación de diferentes programas destinados a estudiar el genoma de algunas enfermedades, sobre todo, el genoma de distintos tipos de cáncer, ya que, entonces, la tasa de mortalidad del cáncer era muy elevada (la mayoría de programas fueron financiados por el gobierno estadounidense, esperamos que el gobierno de Donald Trump no disminuya la inversión en investigación). Conocer las alteraciones genéticas de los tumores nos ha permitido, por un lado, avanzar en la mejora del diagnóstico y, por otro, disponer de más fármacos para combatirlo.
Desde que se diagnosticó la primera enfermedad con una alteración cromosómica, la leucemia mieloide crónica (el Cromosoma Filadelfia), hasta que se conoció qué alteración genética tenía ese cromosoma, qué medicamentos se podían utilizar para combatirla y, finalmente, la aprobación de los fármacos, pasaron más de cuarenta años. Actualmente, desde que se descubre una alteración genética en un tumor determinado, en un tumor raro, por ejemplo, hasta que se aprueba un medicamento para su tratamiento pasan menos de cuatro años. Es más, el gran paso que hemos dado en la lucha contra el cáncer es que hemos pasado de tratar a los enfermos de manera empírica y con poco conocimiento a dedicar muchos recursos para diagnosticar de manera eficaz la enfermedad de cada paciente y ofrecer el tratamiento más apropiado y de forma personalizada. Éste ha sido el primer punto importante en la evolución de la investigación contra el cáncer: conocer bien las bases genéticas de la enfermedad.
El segundo punto importante, que también ha sido revolucionario, ha sido descubrir que, además de saber que el diagnóstico de un cáncer difiere según cada persona que lo padece, cada cáncer tiene, en el cuerpo de una misma persona, clones de células, familias de células, que se comportan de forma diferente. Es decir, existe lo que llamamos heterogeneidad entre personas, pero también heterogeneidad del tumor dentro de una misma persona. Esta heterogeneidad existe en un momento estático y también de forma dinámica, ya que los tumores evolucionan a lo largo del tiempo. Entender esto ha sido primordial porque ha aumentado las oportunidades de tratamiento de la enfermedad.
Os muestro un ejemplo muy visual: cuando diagnosticamos un tumor, dentro de este tumor ya hay clones de células que se comportan diferente a la mayoría de células tumorales. Entonces, cuando empezamos el tratamiento, éste va enfocado a tratar las células mayoritarias, que es lo que detectamos, porque es muy difícil detectar las pequeñas poblaciones heterogéneas. Esto hace que el clon mayoritario desaparezca. Pero, simultáneamente, el resto de clones aumenta y, por tanto, la enfermedad, al cabo de unos meses, es completamente diferente a la inicial y el tratamiento ya no es efectivo.
A raíz de este descubrimiento, hemos implantado la biopsia líquida, que nos permite saber la situación de la enfermedad en cada momento. Consiste en tomar una muestra de sangre y analizar los fragmentos de DNA de la carga genética alterada que encontramos – y que varían con el paso del tiempo. Pero el impacto de la biopsia líquida irá mucho más allá porque nos permitirá diagnosticar enfermedades que, actualmente, tienen una elevada mortalidad, como el cáncer de páncreas y el de pulmón, antes de que éstas produzcan sintomatología alguna y antes de que sean visibles en ninguna prueba radiológica. Sin embargo, es un problema técnico el que debemos superar: todavía no tenemos la tecnología suficiente, la sensibilidad necesaria en las pruebas para poder realizar este diagnóstico precoz; pero esto será una realidad en cinco años, aproximadamente, no cien. Es decir, en cinco años, tendremos pruebas diagnósticas para poder identificar la enfermedad y poder actuar rápidamente. Por ejemplo, a un paciente le diremos: “Usted debe operarse del páncreas”. Él responderá: '¿por qué, si no tengo nada?'. Y le replicaremos: 'Le estamos haciendo pruebas. Es cierto que no vemos el tumor, pero sabemos con seguridad que está haciendo un tumor y debemos quitarle el páncreas'. De esta forma, mejoraremos mucho el pronóstico.
Ya ven, pues, que, en el campo de la investigación, desde la investigación básica, que es muy importante, la investigación traslacional y la investigación clínica, se está avanzando. Pero, además, ha aumentado muchísimo la conciencia social en relación al cáncer. Se habla del cáncer abiertamente, y esto es una gran ventaja. Paralelamente, también existe un gran desarrollo de la industria farmacéutica y tecnológica para generar tratamientos.
Clásicamente teníamos la quimioterápica y los tratamientos hormonales. A raíz de este conocimiento sobre las alteraciones genéticas y la heterogeneidad, obtuvimos tratamientos biológicos dirigidos a estas alteraciones genéticas de las células malignas, pero además tratamientos dirigidos a las propiedades del huésped. Y, por último, hemos empezado a utilizar la inmunoterapia. Ya ven, hemos avanzado mucho.
'Desde que se descubre una alteración genética en un tumor determinado (...) hasta que se aprueba un medicamento para su tratamiento pasan menos de cuatro años. Y más aún, el gran paso que hemos dado en la lucha contra el cáncer es que hemos pasado de tratar a los enfermos de manera empírica y con poco conocimiento a dedicar muchos recursos para diagnosticar de forma eficaz la enfermedad de cada paciente y ofrecer el tratamiento más apropiado y de forma personalizada”
En 1996 sólo trabajábamos con dos tipos de cáncer de pulmón: el de células grandes y el de células pequeñas. Actualmente, tenemos 20 subtipos de cáncer de pulmón. Y lo mismo ocurre con el cáncer de mama y el cáncer colorrectal. Porque hemos identificado diferentes subgrupos de enfermedades basándonos en las vulnerabilidades de cada enfermedad. Tener en cuenta la heterogeneidad de la que hablaba antes nos ha permitido diagnosticar la enfermedad mucho mejor y, por tanto, tenemos más tratamientos para hacerle frente.
Durante el período entre 2011 y 2021 se aprobaron noventa y seis medicamentos diferentes para el tratamiento de tumores sólidos. Y no sólo medicamentos para tratar las enfermedades más frecuentes (cáncer de mama, de pulmón, de colon), sino también para tratar aquellas enfermedades no tan frecuentes (sarcomas, tumores pediátricos, etc.). Y lo mismo ocurre en cuanto a la investigación relacionada con los tumores hematológicos. En la aparición de nuevos fármacos existe un avance importantísimo. Además, como les comentaba, existe el tratamiento basado en la educación y la reactivación de nuestro sistema inmunológico. El sistema inmunológico, además de luchar contra las enfermedades infecciosas, tiene la función de reconocer y destruir las células malignas. Pero esto sólo ocurre cuando las células malignas son bastante diferentes a las células normales. En un 25% de tumores, los que llamamos calientes, el sistema inmune actúa contra las células malignas hasta cierto momento que, por decirlo coloquialmente, se cansa. En estos casos, los medicamentos de inmunoterapia que tenemos actualmente tienen la función de despertar a este sistema inmunológico que ya está aleccionado. Pero en el 75% restante de tumores, las células malignas no son demasiado distintas a las células normales y, por tanto, nuestro sistema inmune no puede actuar en contra. La gran revolución actual, y a la que le dedicamos muchos esfuerzos, es la investigación en nuevos tratamientos como vacunas, virus autolíticos específicos, terapias celulares, que educan el sistema inmunológico en estos casos de tumores a los que hacía referencia antes, que son la mayoría.
Desde que empezamos a investigar sobre el cáncer y hasta el día de hoy, han aparecido nuevos modelos de investigación y ha cambiado mucho la manera de integrar los modelos de investigación con la asistencia convencional. Esto ha sido un paso fundamental. Hasta hace pocos años, para encontrar un medicamento contra el melanoma, debíamos realizar un estudio de mil enfermos donde la mitad recibía el tratamiento nuevo y la otra mitad el tratamiento viejo, si lo hubiera, o un placebo. Esto era muy poco eficiente. Hoy hacemos estudios mucho más selectivos, que se basan en una misma alteración genética. Es decir, estos estudios clínicos, que llamamos estudios cesta, tratan enfermos con diferentes enfermedades (cáncer de mama, melanoma, cáncer de colon) que tienen una misma alteración genética motora (un mismo driver, en palabras técnicas). Esto permite acelerar los mecanismos de aprobación de medicamentos por parte de las autoridades reguladoras, como la FDA, y mejora, significativamente, la calidad de vida y las perspectivas de vida de los pacientes.
En el campo de las enfermedades minoritarias (todos los tumores pediátricos, entre otros tumores de adultos), la investigación académica también es muy importante: existen estudios de casos concretos. Además, existen registros de enfermos realizados por los propios pacientes que se organizan a través de asociaciones y explican su enfermedad, su alteración genética y el tratamiento recibido, por ejemplo, como es el caso de la web PatientsLikeMe. Así, los enfermos se empoderan y la sociedad civil toma conciencia sobre la enfermedad.
Y en relación a lo que comentaba antes, una de las cosas que hemos hecho bien en nuestra institución, en Vall d'Hebron, es integrar al máximo la investigación clínica innovadora con los tratamientos convencionales. Y esto ha posibilitado que muchos enfermos reciban tratamientos antes de que éstos sean aprobados. Este hecho ha situado Barcelona a la cabeza en la investigación clínica y, sobre todo, en la investigación clínica oncológica.
Todos estos avances han ido acompañados por un incremento de las demandas por parte de la sociedad. Y esto es bueno porque promueve la investigación. Sin embargo, es importante que alineemos las expectativas con la realidad.
'Desde que empezamos a realizar investigación sobre el cáncer y hasta el día de hoy, han aparecido nuevos modelos de investigación y ha cambiado mucho la manera de integrar los modelos de investigación con la asistencia convencional. (...) Esto permite acelerar los mecanismos de aprobación de medicamentos por parte de las autoridades reguladoras (...) y mejora, significativamente, la calidad de vida y las perspectivas'
Antes les hablaba de la importancia del microbioma. Y lo es porque las bacterias que viven en ellas son una fuente de procesos metabólicos imprescindibles para la vida y, en condiciones normales, nos ayuda a tener una vida saludable. (Siempre explico que lo único que diferencia la tripa de un ser humano de la tripa de una vaca son las bacterias que habitan en cada una de las tripas. Y esta diferencia permite que la tripa de una vaca pueda absorber la celulosa y la de un humano no). Pero cuando el microbioma, por múltiples causas, se estropea, provoca cáncer. Otra línea de investigación que estamos desarrollando tiene como objetivo encontrar los factores que hacen variar el microbioma.
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Bien, hasta ahora, mi exposición ha sido sesgada porque les he explicado los grandes avances que ha habido en la diagnosis de la enfermedad y los tratamientos para hacerle frente. Y lo he hecho desde una vertiente médica. Pero la revolución está a todos los niveles: actualmente, existen nuevos ingenios para hacer cirugía más conservadora y con menos efectos secundarios, existe la inteligencia artificial, utilizamos nuevas tecnologías de radioterapia, usamos aplicaciones que nos permiten desarrollar telemedicina que nos permiten ayudar a los pacientes y ciudadanos a conocer el riesgo que adquieren a lo largo de la vida de sufrir alguna alteración ética. Todo esto supone un aumento en la tasa de supervivencia de la enfermedad que comentaba al inicio de mi intervención. Sin embargo, hay algo que no hacemos bien: la prevención. Es necesario destinar más recursos en la prevención del cáncer.
Actualmente, se dedican muchos esfuerzos al clasificar a los agentes cancerígenos. Y esto es importante porque hace falta regulación. Para poder regular es necesario conocer la relación de causalidad entre distintos elementos. Pero la causalidad no es sólo epidemiológica. No podemos conformarnos afirmando que el tabaco provoca cáncer, sino que debemos saber qué sustancia del tabaco provoca el cáncer para poder hacer una buena regulación. Lo mismo ocurre con la contaminación.
Si miramos de forma global las causas de cáncer, el tabaco ocupa la primera posición. Pero si agregamos todos aquellos factores relacionados, directa o indirectamente, con la dieta (un consumo excesivo de alcohol, un elevado índice de masa corporal, un alto porcentaje de glucosa en sangre, un exceso de ingesta de carne roja, un déficit de cereal integral o de leche), la dieta se equipara en importancia al tabaco.
En relación con este tema, quisiera señalar que comienza a existir una epidemia de cáncer colorrectal diagnosticado en personas menores de cincuenta años. La edad media de diagnóstico de este tipo de enfermedad se sitúa entre los sesenta y cinco y los sesenta y siete años. Sin embargo, en los últimos años, hemos detectado un incremento de casos diagnosticados en personas jóvenes. Las causas de ese aumento son una mala dieta y hábitos de vida no saludables. Cada vez conocemos mejor la causalidad entre la ingesta de bebidas azucaradas, la inflamación y el cáncer, entre otras enfermedades. Lo mismo ocurre con el consumo de alimentos ultra procesados. Tenemos identificadas las causas epidemiológicas, pero nos falta la causa mecanicista, que es la que necesitamos para poder realizar una buena regulación. Sin embargo, es cierto que, poco a poco, gracias a la investigación, vamos implementando pautas para tener una dieta y estilo de vida más saludables. En el futuro, el milagro en el cáncer no será sólo la curación, sino que será la prevención.
'Hay algo que no hacemos bien: la prevención. Hay que destinar más recursos a la prevención del cáncer. En el futuro, el milagro en el cáncer no será sólo la curación, sino que será la prevención'
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En el Hospital Vall d'Hebron tenemos un grupo grande y multidisciplinar de investigación sobre el cáncer que se dedica a integrar la investigación básica, que se realiza en otras instituciones con las que colaboramos, con estudios translacionales que evalúan los tumores de los enfermos, con el objetivo de desarrollar investigación clínica en aquellas áreas donde pueda haber un mayor impacto en la vida de los pacientes. Un ejemplo es la oncología de precisión: dar el tratamiento adecuado a la persona adecuada y en el momento adecuado. Otros ejemplos son los distintos estudios genómicos del cáncer, que han permitido entender mejor la subclasificación de la enfermedad; el tratamiento de una gran cantidad de datos y la integración de éstos en los modelos de laboratorio con las muestras de enfermos, para saber qué fármacos funcionan y cuáles no y sus respectivos mecanismos de resistencia; y, por último, la investigación en terapias avanzadas, en inmunología, en radiómica, etc.
Vall d'Hebron somos más de diez mil profesionales. Es un hospital general que desarrolla mucha investigación clínica. El VHIO, el Instituto de Oncología del Vall d'Hebron, que agrupa todas las áreas relacionadas con la oncología, y que yo represento, somos setecientos profesionales, hay treinta y siete grupos de investigación y mil setecientos pacientes incluidos en más de ochocientos ensayos clínicos activos. Además, hemos participado, de forma significativa, en la aprobación de más de 50 fármacos, tenemos proyectos de investigación internacional, etc. Pero el otro apunte que quería resaltar sobre la institución es el modelo de colaboración público-privado a través del cual hemos logrado ser un centro de referencia nacional e internacional en oncología. El patronato está formado por la Generalitat de Catalunya, el Hospital Vall d'Hebron y el Instituto de investigación Vall d'Hebron, pero también por instituciones privadas como la Fundación Privada Cellnex, la Fundación fero, la Fundación “la Caixa”, la Fundación BBVA y la Fundación Cris. Existe un mandato de la Unión Europea que recomienda favorecer más esta colaboración público-privada para avanzar en los grandes temas que afectan a la sociedad. Sin embargo, esto cuesta defender, a veces, en nuestro entorno.
No quisiera terminar sin resaltar uno de nuestros objetivos primordiales: la divulgación de todo lo que hacemos y enriquecer y promover la cultura científica de la población. Porque la investigación es una de las formas que tenemos de contribuir en la mejora del mundo y de la sociedad. Y esto lo hacemos a través de diferentes programas como, por ejemplo, el programa 'Escuela y Ciencia', que tiene la finalidad de fomentar vocaciones científicas entre los jóvenes.
Por último, quiero agradecer el esfuerzo de todo el equipo profesional de nuestra institución por su excelencia y liderazgo; también quiero agradecer la gran generosidad de los pacientes y sus familias a la hora de colaborar en los programas de investigación; y, obviamente, quiero agradecer el apoyo y financiación de organismos nacionales e internacionales y de las fundaciones privadas y patrones que nos apoyan. Porque sin esta colaboración público-privada no podríamos hacer todo lo que hacemos y, además, pienso que es un buen modelo y que sería bueno que este modelo pudiera diseminarse hacia otros entornos.
Como decía el Sr. Miquel Roca, quiero dirigirme a los premiados y decirles que tenemos la obligación de contribuir en el avance de la ciencia, cada uno desde su campo de investigación, y devolver a la sociedad la confianza que ha depositado en nosotros.
Muchas gracias.