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La sexta, el futbol y la Sociedad de la Información

Interesante reflexión sobre el futbol, la televisión y la Sociedad de la Información. Un artículo de tono humorístico que nos habla sobre el nuevo canal de televisión (la Sexta), sus problemas de cobertura y el efecto del Mundial de Alemania en el despliegue de la Sociedad de la Información.

El inicio del Mundial de Alemania nos ha situado al borde de ver aparecer una nueva fuente de alarma social: la señal de la Sexta, el canal de televisión que había adquirido los derechos de emisión en abierto del evento deportivo, no ha llegado a todos los usuarios. Aquellos que habían comprado, en cómodos plazos, un televisor plano de varias docenas de pulgadas, corrían el riesgo de tener que conformarse con utilizarlo para ver, por enésima vez, el fascinante documental sobre los hábitos alimentarios de los leones del Serengueti o el apareo de la rana roja de Borneo.

La alarmante situación se entremezcla con el lío del despliegue de la televisión digital terrestre, la TDT. A nuestra antena llegan actualmente los canales analógicos convencionales, los de toda la vida, y los digitales de la TDT, aunque para poder ver estos últimos necesitamos un decodificador, artilugio que cuesta alrededor de cincuenta euros. Si vivimos en una comunidad de vecinos, posiblemente sea necesario realizar una ampliación de los amplificadores de cabecera. Un ingeniero de telecomunicación nos puede realizar el diagnóstico y recetar el tratamiento, y un instalador autorizado puede implementarlo con todas las garantías de calidad. Siempre y cuando haya tiempo, claro está.

El problema es que, hoy por hoy, la Sexta no cubre todo el territorio, ni a través del canal convencional ni a través de los digitales. Pero no hay malos en esta historia. Su proceso de despliegue está en marcha y avanza a buen ritmo. En un rincón de la pantalla debería aparecer el cartelito de “estamos en obras”. En cualquier caso, se trata de un asunto que incumbe a una empresa privada, que debe desplegar de forma privada una red privada para retransmitir un espectáculo ofrecido por otra parte privada con la cual ha firmado, de forma privada y totalmente lícita, un contrato mercantil. Cargar a los poderes públicos con la responsabilidad de no poder ver el Mundial es, en este caso, excesivo.

Los que se quejan porque consideran que tienen un derecho inalienable a ver los partidos de fútbol del Mundial se equivocan. Tal derecho no existe. Si tanto lo desean, pueden contratar los servicios de otro canal que los ofrece en la modalidad de pago, o pueden intentar buscarlos por Internet.

Finalmente, salvados por la campana, se ha evitado el desastre: Cuatro nos brinda la posibilidad de visionar los encuentros más significativos. No se trata de un ataque súbito de filantropía, claro está. Por lo menos el Mundial habrá servido para acelerar el despliegue de la TDT, una tecnología de grandes prestaciones que nos zambulle aun más en la tan cacareada Sociedad de la Información. Ahora bien, no puedo evitar pensar que si el nuevo modelo de sociedad debe avanzar a golpe de partido de fútbol, apetece suscribir un “apaga y vámonos”.

Antoni Brey

Soci del Cercle per al Coneixement

Vocal de la Junta del COETC

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